miércoles, 3 de septiembre de 2008

la memoria (1)


Donato llegó a casa.

Era hora de almorzar. La mañana había sido sofocante. Todo el verano estaba siendo igual. Sol, chicharras, y además esa cal blanca que si bien hacía que en el interior de las casas se estuviera más fresquito también obligaba a ir por la calle con los ojos entrecerrados casi todo el día.

En el pueblo era un día más. Igual a todos los demás. Los hombres habían salido temprano de casa a por el ganado del señor, las mujeres iban juntas a trabajar las tierras del señor, los viejos paseaban pausadamente por las calles empedradas y Donato hoy había pasado la mañana en el Ayuntamiento. Donato, además de agricultor, era concejal.

Sí, se comentaban cosas, pero era un día igual a todos los demás.



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