sábado, 9 de mayo de 2009

la memoria (2)


Donato NO llegó a casa.
Era casi hora de almorzar.
La mañana había sido sofocante. Todo el verano estaba siendo igual, y en esos días de agosto de 1936 el protagonista seguía siendo el sol. Sol, chicharras, y además esa cal blanca que si bien hacía que en el interior de las casas extremeñas se estuviera más fresquito también obligaba a ir por la calle con los ojos entrecerrados casi todo el día.
En el pueblo era un día más. Igual a todos los demás. Los hombres habían salido temprano de casa a por el ganado del señor, las mujeres iban juntas a trabajar las tierras del señor, los viejos paseaban pausadamente por unas calles que eran continuación de los caminos, y Donato hoy había pasado OTRA mañana en el CAMPO.
Donato, además de agricultor, era concejal de Portaje.
Sí, se comentaban cosas, pero era un día igual a todos los demás.

Jacinta era la mujer de Donato. Tenían cinco hijos. Jesús era el mayor y tenía quince años. Le seguían Florencio, Damián, Gabriel y Eusebia.
Para Jacinta no era un día igual a todos los demás. Todo aparentaba normalidad pero a ella algo le olía a rancio en el ambiente.
Y entonces, cuando era casi hora de almorzar, se lo dijeron.
Una sola frase.
Una frase que activó la alarma: "hay unos soldados en el pueblo que preguntan por Donato"
Jacinta llamó a su hijo Jesús. Le ordenó que fuera discretamente a buscar a su padre, que lo fuera a buscar al campo, al camino, antes de que pudiera llegar al pueblo. Que le dijera que lo estaban buscando unos soldados y que se escondiera, por su madre. Que se escondiera.

Donato sonrío al ver llegar a Jesús y le acarició la cabeza. Pero enseguida notó el susto en la cara de su hijo y se puso serio. Lo escuchó, pero no entendía nada. Para qué tenía que esconderse él de nadie si no había hecho nada malo...
"Tranquilo hijo, seguro que es un malentendido; ahora voy al ayuntamiento a ver qué quieren esos hombres y lo aclaramos. Yo no he hecho nada malo, no hay que preocuparse. Y menos, esconderse"
Donato no se escondió. Donato fue al Ayuntamiento.

Donato no volvió a casa.

4 comentarios:

Emili Manrique dijo...

España camisa blanca de mi esperanza

carlinhos dijo...

;-)

Anónimo dijo...

Cuando la sinceridad y la integridad fueron el trampolín a un fin escrito con letras de sangre. Bien queda aquí aquella frase: "No se mató a un traidor, se mató a un hombre para hacer de él, un traidor."

Eduard Conti dijo...

Potser trenqui l'emotivitat del post, però Carles alguns dels teus lectors estem esperant alguna demostració pública del teu barcelonisme en aquest mes de maig èpic pel club dels teus amors.
A què obeeix aquesta espera tàntrica? Fa falta que es materialitzi el triplet o el doblet per alliberar l'extasi acumulat? Cal creuar la meta el primer perquè tot un camí de joia i moments impagables com el dos a sis o el gol de Don Andrés a l'hora dels herois hagi valgut la pena? El futbol és un racó on abandonar-nos a l'absurd, a la incorrecció política i a la demagògia més absoluta. Aquesta és una de les seves grandeses. El poeta Joan Brossa va dir que, essent ja una persona d'edat avançada, havia descobert que les coses aparentment més inútils eren finalment les que més l'omplien. Aquesta podria ser ben bé la màxima de qualsevol artista intel·ligent i enemic de tota pedanteria.
Seguint el fil de Brossa, podriem convenir que hi ha poques coses aparentment tan inútils i tanmateix tan populars com el futbol. Aquesta és precisament la seva grandesa.
Visca el Barça!

site meter