viernes, 12 de junio de 2009

aparejando (12)


En ocasiones uno, dentro de un espacio arquitectónico determinado, siente una extraña sensación de comodidad. No hace falta haber leído mucha arquitectura. Seguramente no hace falta haber leído nada de arquitectura. Son cosas que se sienten.
En ocasiones uno, dentro de un espacio arquitectónico determinado, siente que ese lugar es eterno, como si siempre hubiera estado ahí. Da igual si es contemporáneo o no. Uno siente que pertenece a ese espacio y que ese espacio no podría haber sido imaginado de ninguna otra manera.
A mí me gusta imaginarme durmiendo en esas edificaciones, tirándome encima de un banco y sintiendo la textura de la madera, del hormigón...porque me generan paz, armonía y aunque pueda parecer estúpido, también me generan ternura.
Hoy he estado en uno de esos lugares. Dos veces. Una a la ida y otra a la vuelta. Eran unas escaleras mecánicas. En Toledo. Sólo unas escaleras mecánicas.
Pero he vuelto a sentirlo.
Me he imaginado subiéndolas y bajándolas sin parar, con música, con tiempo. Arriba y abajo.

Y después, en casa, investigando la autoría de las mismas, me encuentro (como otras veces) con que no soy el único que ha sentido algo. Suele ocurrir. Las cosas, si están bien pensadas, bien hechas, dejan poso.

site meter