Desde que llegamos al barrio hemos ido varias veces. La verdad es que sirven un vermut de grifo excepcional.
La taberna tiene unos 150 años de antigüedad. Antonio Sánchez Ruiz la compró en 1884. Antonio tenía dos hijos. Uno de ellos, también llamado Antonio Sánchez quería ser torero. Y fue torero. Siete años. Hasta que lo dejó después de veinte cornadas a lo largo de su carrera. Entonces le dio por la pintura. Y pintó. Y no dejó de pintar. Eso ocurría allá por el año 1929.
El pintor Ignacio Zuloaga dicen que fue quien le introdujo el gusanillo por la pintura, ya que era asiduo de la taberna y allí tenían lugar algunas de sus tertulias. Zuloaga y Sánchez se hicieron amigos, y el torero-pintor-tabernero regentó la taberna durante años. Hay en la entrada un retrato de él, a lápiz o carboncillo, firmado por el mismo Zuloaga.
Hoy esa taberna sigue abierta, y desconozco quién es el dueño. Sigue el mismo mobiliario, siguen sirviendo comidas y vermuts, y con el tiempo ha adquirido gran fama.
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