viernes, 17 de diciembre de 2010

aparejando (27). motivando

Creo que una de las tareas más fascinantes y complejas que debe desempeñar un jefe-de-lo-que-sea y que tiene a su cargo un equipo de gente es la de motivarlos.
Y como todo en esta vida, si uno no nace con el sentido común sensible y suficiente para ejercitar dicha tarea existen programas y cursos para mecanizar y automatizar lo que de forma natural no sale. El resultado no es el mismo, pero es sin duda mucho mejor que la ausencia total de motivación.

Frases, actividades en equipo, jerarquizar comportamientos, comunicar al fin y al cabo, invitar a equivocarse, apoyar...hasta saber sacar a cada cual sus mejores virtudes en beneficio del conjunto.
Y un equipo lo pueden formar desde decenas de men in black hasta una cuadrilla con dos peones y dos oficiales.

A mí me gusta charlar con Jorge (encargado de obra), de hecho lo que más me gusta es escucharle cuando me habla de cómo ha organizado un tajo determinado. Me encanta cuando me comenta que Francisco no es el mejor oficial, porque es lento y se entretiene mucho en los detalles, que va y vuelve varias veces porque no programa bien su tajo, pero que es un hombre noble y leal, que nunca te va dejar en la estacada, incondicional. Francisco, evidentemente, no va a realizar trabajos que requieran un rendimiento fuerte, pero es un hombre de apoyo fantástico, que va a ocuparse de tener perfectamente limpia y ordenada la zona de acopio de materiales, que va a tener la hormigonera funcionando continuamente, que va a comunicar de inmediato cuando algo no está bien o si va a faltar material, que va a suministrar mortero y teja para que los oficiales no detengan su ritmo...o que Edwin aprende a una velocidad de vértigo, que le puedes poner donde quieras que con poco tiempo se queda con cualquier técnica, que hace suyos materiales y trabajos que no había hecho nunca, y que su actitud y ofrecimiento continuos hace que todos los oficiales quieran trabajar con él. Por otro lado pues no es alguien con ambición de ser capataz, por ejemplo, que no se le adivinan dotes para organizar un grupo, y que seguramente tendrá un techo en su evolución dentro de la obra por esa razón.

Supongo que lo que quiero decir es que es muy fácil decir que alguien no vale nada, que no tiene ni puta idea o que no se entera. Lo complicado es pensar si te has tomado el trabajo de enseñarle, de formarle, de explicarle qué quieres de esa persona, hasta dónde puede llegar, qué puede o no decidir por su cuenta, qué dimensiones tiene el campo libre que le das de entrada en su ámbito profesional. No tiene ningún sentido decir que una persona no vale si no te has tomado el trabajo de explicarle lo que esperas de ella. Y tiene menos sentido aún que, sin esa explicación y ante un determinado error, hagas sentir a esa persona que la ha cagado y que estás rodeado de inútiles. Por ejemplo.
Eso no es motivación.

Empatía: Identificación mental y afectiva de un sujeto con el estado de ánimo de otro.
Casi diría que debería ser obligatorio tenerla para poder dirigir.
Ayuda.
Captar estados de ánimo, hacer notar discreta y elegantemente que los captas, y dar los giros necesarios para cambiarlos.
Sirve con los amigos...así que imagínate con los miembros de un grupo que diriges.

En Francia existe una palabra para expresar la ausencia de comunicación: "les non dits". Me encanta esa expresión, significa "lo que no se dice explícitamente", lo que está oculto o implícito en el discurso de un individuo o grupo de personas.
Pues no hay nada peor que llenar las relaciones, del tipo que sean y en este caso las profesionales, de "non dits", de cosas no dichas, pero que están implícitas y que los interlocutores lo saben, que no se abordan, que se dejan pasar y que van llenando esa bolsa de no-explicitaciones que un día reventará. Normalmente el menos pensado.
A eso me refiero con lo de la empatía.
Evitar que reviente la bolsa, que se llene de non dits.

Motivación y empatía...uf, suena a veces a ciencia ficción



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