martes, 2 de agosto de 2011

indignándose (13)

Oigo pasar el helicóptero sobre mi cabeza, sentado tranquilo en la terraza de casa, por enésima vez. Va haciendo pasadas y nos ha acompañado toda la noche. No ha entendido nada, no ha entendido que es una protesta pacífica, que no hay jefes de estado a quien proteger porque no se personalizan las protestas. Es demasiado general el malestar. Pienso en qué hablarán ahí dentro, en el piloto, en el copiloto. Deben estar un poco hartos también, incluso con ganas de bajar a pie de calle, de dejar el aparato en medio del Paseo del Prado, descender y empezar a caminar Atocha arriba. Un día de furia. O una noche. Sería tan poético...
Espero que la luz enfoque hacia nuestra humilde terraza para hacerle alguna señal inequívoca de que estamos todos en el mismo lado, en el del desencanto y la rabia.
Pero ellos reciben y obedecen órdenes. Nosotros no.
Una pasada tras otra como en el inicio de la Dolce Vita, pero sin estatua que transportar. También estaría bien que en una de estas pasadas pudiera alcanzar a ver el Oso y el Madroño colgado del helicóptero. También sería poético...
¿Cuál es el proceso que sigue la mente, supuestamente preparada, de un responsable para terminar decidiendo "esto me lo limpiais y lo vigilais, y que no entre ni Dios" y esperar que "así sea"?
¿Para esa sofisticada conclusión han sido preparados y por nosotros elegidos?

Oh my God...

...y nosotros nos vamos de vacaciones

No hay comentarios:

site meter