jueves, 4 de octubre de 2012

pequeñas autocuestiones sobre "el tema" y dos reflexiones robadas

- ¿Hay razones para querer la independencia de Catalunya?
- Pues sí, por supuesto.
- ¿Hay razones para no quererla?
- Pues también.

- ¿Todas las razones para querer la independencia tienen un fundamento económico?
- Pues no, para nada. Conozco unos cuantos amigos, que simplemente "no se sienten españoles". Y alguno de ellos no es capaz de explicarlo demasiado bien. Y lo admite. Pero no puede hacer nada por "no sentirse español". Sólo puede sentirse catalán. Y tampoco me parece un drama, al contrario, me parece hermoso sentir ese tipo de pertenencia. Yo confieso que siento tantas pertenencias que a veces creo que me falta una referencia clara.

- Y sin embargo casi siempre se esgrimen razones económicas.
- Es verdad, pero en ese aspecto soy tan ignorante que cuando las utilizo parece que repito eslóganes. Y como me reconozco en ese papel, me doy cuenta que muchos de los que utilizan esas razones también están siendo manipulados. Porque no saben, o muy pocos saben "de verdad". Yo no sé, lo reconozco, por eso temo hablar de cuotas de solidaridad, de sistemas fiscales justos o injustos, etc. Siempre me gusta más el tipo de razonamiento que te he explicado antes. Me parece más puro, menos discutible.

Emili, catalán, transversal y gran hedonista, me decía una cosa con la que sí me siento identificado: "Carlos, yo en realidad creo que tengo mucho más que ver con un sevillano, o un madrileño, o un bilbaíno, o un valenciano, que con alguien de Les Borges del Camp, por ejemplo. Mi día a día, mis inquietudes, mis preguntas y problemas cotidianos no tienen mucho que ver con alguien que vive en un pueblo, porque yo no vivo en un pueblo. Sea ese pueblo de donde sea."

Raúl, madrileño y madridista, me comentaba hace muy poco que sentía "cierta envidia por esa pertenencia que en la Comunidad de Madrid no tenemos, y me parece que mucho del grito a favor de la independencia del último 11 de septiembre tenía mucho que ver con la sensación de que el sistema actual ya no sirve, con las ganas de un cambio, de probar algo nuevo de verdad. Y ojalá en Madrid pudiéramos gritarlo de la misma manera".

Y yo creo, sinceramente, que hemos fracasado. Que se ha fracasado, a mi modo de ver por las dos partes en los últimos 35 años, en acercarnos, en respetarnos, en conocernos al fin y al cabo. Y ese fracaso duele. A mí por partida doble.

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