Cleopatra y Marco Antonio
Hace un año estábamos en Paratí, uno de esos lugares donde todo el mundo debería ir o regresar de vez en cuando.
Turístico? Sí...
...pero maravilloso.
Paratí es un pueblo colonial al sur de Río de Janeiro, y todo el que lo conozca convendrá en que el enclave es un paraíso.
Islas por todas partes, aguas maravillosas, ostras, pescado fresco, adoquines y tres caipirinhas como máximo que-ya-sabes-tú-lo-que-pasa-con-la-cuarta.
Lo que pasa con la cuarta es que cuando todo cierra uno se pasa la noche buscando a Vagner, o el Bar Nerd, no recuerdo muy bien, seguido por australianos, mexicanos, ingleses y alemanes cual flautista de Hamelin. Y pasa que al llegar a la pousada uno tiene más sed y se sirve del bar unas cervejinhas bem geladinhas al ritmo de Adoniran Barbosa y Elis Regina en un "Tiro ao Alvaro" sin fin.
Y pasa que al día siguiente, el Cleopatra (el barquito de Marco Antonio) se mueve más de lo habitual mientras se aleja del puerto y recorre la bahía, sorteando islas hasta elegir la playa adecuada.
El Cleopatra fondea y nos apresuramos a saltar.
Y nadamos hasta la playa.
Y nos sentamos en la arena. De cara al mar.
Y observamos como Marco Antonio, una vez comprobado que todo está OK, también salta.
Y nada hacia nosotros con un estilazo que hace que envidiemos sus cincuenta y pico años.
Y se acerca con una inmensa sonrisa...resoplando...como dejándose caer un poquito a cada paso.
Hasta que se desploma a nuestro lado y, sin dejar de sonreír, mirando el mismo mar que nosotros, dice:
- "adoro o meu trabalho..."
No sé si fue esa frase o las caipirinhas del día anterior, pero al regresar al barco a Gilles le salió toda la mala onda de su jefa por la boca. Y quizás fue en ese preciso momento cuando empezó a fraguar el regreso de la familia.
Hoy que estás en Lille, esta historia es para tí, Gilles.
Porque sé que siempre "adoraste o teu trabalho"...
...y volverás a hacerlo.
(estas líneas se leen mejor escuchando "Tiro ao Alvaro")
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