jueves, 10 de diciembre de 2009

aparejando (15). la terapia beta

Jorge y yo llevamos unas semanas con mucha tensión en la obra.
No entre nosotros. Nos respetamos mucho. Pero el trabajo está siendo más complejo de lo esperado.
Es extraño porque los factores que normalmente contribuyen a generar crispación en una obra no están presentes en nuestro caso.

La Propiedad: quién paga, es un ayuntamiento (el de Aranjuez) que confía plenamente en nosotros y en la Dirección de la Obra. No hacen visitas, no fiscalizan lo que hacemos, están tranquilos.

El Proyecto: es sutilmente complicado, pero muy interesante. A simple vista parecería que está basado en mezclar colores y texturas sin más, pero en el estudio minucioso de los detalles y los planos se adivina un trabajo para dar continuidad (Emili!!!) a los materiales, a las líneas, a los espacios. En definitiva no es un proyecto de corta y pega de los que tanto abundan en la rehabilitación. Éste tiene alma.

La Dirección de Obra: quién controla la ejecución de los trabajos y revisa que se ajusten al Proyecto. Es ágil, resuelve de forma rápida los problemas y las dudas que surgen, adopta soluciones razonables intentando no ir contra el espíritu del proyecto inicial. Y la relación, además, es muy agradable. Algo también atípico en una obra.

El Presupuesto: el dinero que vale realizar la obra en la que estamos. Íntimamente relacionado normalmente con el estado de ánimo del Jefe de Obra, ya que la diferencia entre presupuesto y coste (previsto inicialmente) supondrá el margen que la empresa piensa conseguir y que dicho jefe de obra deberá defender con uñas y dientes. No es un presupuesto especialmente ajustado.

Y quizás aquí, en las uñas y los dientes, es donde radica el estado de tensión que estas últimas semanas nos embarga a Jorge y a mí.

El Plazo: es corto. 8 meses

Jorge es un encargado de obra atípico. Es mendocino (Mendoza, Argentina) y bautista. Tiene formación de Maestro Mayor de Obras (una formación académica equivalente aquí a la FP II). Es capaz de realizar cálculo de estructuras para zonas con peligro de sismos (yo no). Es un gran lector. Y es un estudioso de la Biblia (como buen bautista).

Esta mañana le oí gritar varias veces "la hostia puta!!! la hostia puta!!!" porque unos marcos de aluminio habían venido mal montados.
Y ayer yo golpeé varias veces con la silla en el suelo y no recuerdo muy bien la razón.
Fuerte.

Al oírle a él y al verme a mí he pensado que debíamos hablar. Que debíamos detectar dónde o qué provocaba esa tensión en nosotros, en una obra aparentemente muy muy disfrutable.

Y es el plazo.
Y la exigencia que nos autoimponemos de cumplir con él.
De conseguirlo.
Ello provoca que todos aquellos problemas, incluso los más pequeños, que en una obra se dan de forma natural, aquí y ahora se convierten (Jorge y yo los convertimos) en crisis. Auténticas crisis.

Y hemos hecho terapia. Jorge me ha estado explicando que deberíamos estar en "ondas beta", que aparentemente son las más idóneas para tomar decisiones sin dejar de estar alerta, y yo le he explicado de forma cuantificada cuánto debe producir cada operario por mes para entender cuántos operarios necesitamos para ejecutar los trabajos en 8 meses, ilustrando así numéricamente el sobreesfuerzo a que estamos sometiéndonos.

Hemos tomado un cafetito y hemos concluido que vamos a intentar tomarlo con más calma.
Ni alfa ni gama. Mucha calma.


No hay comentarios:

site meter