jueves, 15 de abril de 2010

el cafetito de la mañana (2)

El jefe de obra sale del Rotterdam, cafetería de esquina en Aranjuez donde él y Jorge desayunan todos los días excepto los martes, cerrada por descanso del personal.
Tiene que llevar la certificación del mes de marzo al Ayuntamiento, junto con la factura correspondiente. Piensa que sólo quedan dos semanas para terminar la obra.
Y sabe que no va a llegar.
Pero no sabe si se retrasará una, dos o tres semanas más.
Piensa que si hubiera reaccionado antes en algunos puntos ahora estarían a puntito de finalizar.
Pero ya pasó.
Todas las obras son un aprendizaje que crees que te servirá para la siguiente.
Y seguro que es así.
Pero en la siguiente vuelve a ocurrir algo diferente que hace que no termine nunca de cuadrar la programación.
El jefe de obra piensa en todo eso durante los cincuenta metros que separan su cafetito de la mañana de la caseta de obra.
Y se para.
Saca la llave con la que abrirá el candado que ha hecho poner después de que le robaran el ordenador. Siempre que la saca piensa en el robo. Cuánto le habrán dado por el portátil a quien lo robó...cien? ciento cincuenta? no creo que más...y sin embargo cuántas horas de trabajo perdidas. Es impresionante la velocidad en que se amontonan los pensamientos en pocos metros, pocos segundos...y entonces la sonrisa.
El jefe de obra mira a lado y lado antes de entrar, y con la puerta abierta y un pie dentro ve la sonrisa de una mujer que debe rondar los ochenta.
Sonríe.
Le sonríe a él.
Le sonríe a él mientras se acerca.
Una sonrisa contagiosa.
El jefe de obra sonríe.

"Una casetita de éstas tendría que comprarme yo para llevarme al campo..! Ya lo creo que sí...y ya está" dice la mujer.

"Claro que sí señora, claro que sí!" dice el jefe de obra con una sonrisa que cree que no debería perder en todo el día.

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