jueves, 26 de agosto de 2010

bipolaridad

14.30h Interior de Restaurante CHIC, aparentemente de cocina portuguesa, centro de Madrid (where all happens...). Una vez leído el menú del día, de 11.90 € (barato no es, pero el restaurante es chic) y una vez atravesada la puerta me encuentro frente a una camarera (¿portuguesa?). A comer? Sí. Uno? Sí. Solito? (¿?) Sí, solito. Elija la mesa que más le guste.
Elijo la mesa de dos junto a la ventana. A través de la ventana veo tres mujeres hermosas (en realidad son dos mujeres hermosas y una tercera guapa, sin más) charlar animadamente mientras se dirigen también a la puerta del restaurante. La atraviesan. Escucho: A comer? Sí. Tres? Sí. Elijan cualquiera de estas mesas de cuatro, también tienen mesas en el salón posterior.
Pasan por delante de mí. Una de ellas tiene una cara (hermosa) ya muy vista. No sé, no sé bien quién es y soy buen fisonomista. No logro ubicarla y concluyo que hay mujeres hermosas que tienen un tipo de cara hermosa muy común. Incluso ordinariamente hermosa.
Se sientan en una mesa de cuatro algo alejada. Y lo entiendo. La otra mesa de cuatro estaba justo al lado de mi mesa de dos, y el resto del restaurante completamente vacío. Yo hubiera elegido la misma mesa, sinceramente. Además, aparentemente la chica ordinariamente hermosa se casa y debe querer hablar del tema sin la sensación de que es escuchada. Aunque luego alza bastante la voz. Y tiene un problema. No encuentra tiendas donde comprar motivos decorativos indios.
Pido crema de pepino de primero y filetes rusos con patatas panaderas de segundo. Agua. Y sigo pensando que la camarera ha dicho "solito" cuando le he dicho que quería una mesa para uno. Solito... Mientras pienso giro la cabeza y miro por la ventana. Enfrente está el hotel donde estamos trabajando ahora. Un refuerzo estructural. Hierro, soldaduras, pladur, yeso, cascotes, pintura. Suciedad. Veo a un pintor aplicando pintura ignífuga a unas vigas metálicas que hemos colocado para reforzar las de madera que están podridas a causa de la humedad de los platos de ducha. Un hotel...muchas habitaciones...muchos platos de ducha...
Y pienso que a mi izquierda están los obreros y a mi derecha tres hermosas mujeres preparando una boda en Formentera. Estaré yo en el centro de todo esto? Reconozco que lo que veo a mi izquierda me gusta, me motiva y me entretiene día a día, pero el ambiente que se describe e imagina en esa boda, por muy imbécil que pueda parecer, me seduce.
Chicas, necesito esa pasta con que se pintan las mujeres indias, necesito esa pasta y un cuenco metálico donde hacer un fueguito porque quiero hacer una especie de ceremonia india...(una especie de ceremonia india?). Sabéis? Uno de esos cuenquitos...Vaya, mierda, era un secreto, la cagué....bueno, es igual, estoy desesperada y necesito ayuda. Necesito que me acompañéis esta tarde pero antes debo ir al fisio, tengo hora con el fisio blablabla...
Y del hotel sale el fontanero cargado. Atraviesa la calle, abre su coche y carga herramientas y material. Ya ha terminado de cambiar el acumulador de agua. Y llegan de comer los soldadores. Sucios. No han ido al CHIC. De dónde vendrán?
Pido melón.
Pido la cuenta.
Pago.
Me levanto.
Camino hacia la puerta.
Dejo a mis espaldas la boda en Formentera.
Cruzo la calle.
Y entro en el hotel.

2 comentarios:

JOSELO dijo...

Carlos, me imagino perfectamente la situacion animica y espacial de lo que cuentas......
me imagino tambien tu cuello...y tus oidos para tratar de captar todo el dialogo.
te has enterado si era portugueza la camarera? :-)
muy bonito relato......
felicidades....cumpa!!!!!
un abrazo.

carlinhos dijo...

Epa Joselo!!!
El cuello aún está dañado, como bien dices.
No sé si es portuguesa, pero lo averiguo y te digo.
Y reitero: tengo ganas de verlos, a vos ya hace 1 año que no te veo loco!
Un beso y gracias por leerme

site meter