miércoles, 18 de mayo de 2011

indignándose

Conozco a Gilles desde hace algunos años. Coincidimos en Buenos Aires en 1999 y hasta finales de 2001, e incluso compartimos piso durante el mes y medio que siguió a una ruptura sentimental. Viví con él, con Matthias y Lydia. Todos franceses. Un intensivo, vaya.
Gilles se mudó hace tres meses a Madrid, y desde entonces hemos recuperado mucho tiempo perdido. Tiempo que yo pasé entre Vulpellac, Barcelona y Madrid (por este orden) y él entre Madrid y varias localidades alrededor de Lille.
Ayer cuando me encontré con él en la Puerta del Sol llevaba agarradas al hombro seis o siete perchas con otras tantas camisas recién lavadas y planchadas. Estaba apoyado en la barandilla de la entrada de metro de Sol, tranquilo como siempre. Me vio, nos saludamos y me dijo "no tuve tiempo". No tuvo tiempo de dejar las camisas en casa, quería decir, pero no dudó un segundo en apuntarse a la concentración cuando le llamé. Gilles es así, un director financiero con mucha personalidad, visión crítica del mundo y conciencia social. Yo pensaba, mientras estábamos escuchando el griterio, los silbidos, las consignas y soflamas, qué pensarían algunos de los presentes cuando miraran a mi amigo. Quizás que era un "capitalista" en sentido peyorativo, quizás que qué hacía ahí un "trajeao"...Quién sabe, quizás no pensarían nada. Porque desde el lunes por la tarde de eso se trata. De no pensar nada y simplemente sumar. Estar ahí. Juntarnos para hacer algo de ruido, para que se nos haga caso, para que los medios giren la cámara y el micrófono, que lo separen de la campaña electoral y conseguir que se abra un programa de radio o televisión hablando de la indignación de un grupo de gente que cada día que pasa es mayor.
Raúl es una persona a la que admiro por tener siempre una visión transversal de las cosas (como Emili, como Edu, como Andreu). Es de aquellos personajes que completan el paisaje con toques inadvertidos, invisibles para muchos. Y hoy comentaba que quizás la solución no sea concentrarse y protestar sino militar en los partidos. Cambiar las cosas desde abajo, porque defiende y está convencido que eso a los partidos les hace aún menos gracia que el hecho de que la gente se concentre. Él es un vivo ejemplo porque viene haciéndolo desde hace años.
Y yo creo que no es incompatible armar algo de barullo, pegar un puñetazo en la mesa y decir "Eh!!!! qué pasa? aquí estamos" y paralelamente intentar desde dentro modificar lo que no nos gusta del sistema.
Yo no coincido con muchas de las consignas que se gritaban ayer, me dan algo de vergüenza ajena algunas pintadas que leí en la pared, pero creo que estos días se trata de otra cosa. Se trata de juntarnos aunque sea para no sentir, como muchos hemos sentido hasta ahora, que somos incapaces de indignarnos.
Aunque esto Pedro lo explica mucho mejor.

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