Necesitamos terminar en plazo la entrega de la primera fase de las obras de rehabilitación en Sevilla y el Jefe de Obra considera, con buen criterio, que la definición por parte del arquitecto y de la propiedad del mayor número de detalles lo más pronto posible facilitará una mejor planificación.
El color de las paredes, cree el Jefe de Obra, debería elegirlo la gente que trabaja en el edificio, los usuarios.
Y así lo hace saber, y consigue convencer a los arquitectos y a la propiedad, que se reservan a su vez derecho de veto ante una elección disparatada.
El Jefe de Obra elige dos paredes en la planta primera para hacer cuatro muestras de color. Cuatro en cada pared. Las ha elegido de forma que cuando una de ellas esté soleada, la otra esté en sombra, provocando que se entienda mejor cómo quedará una vez terminado y así facilitar la elección.
El criterio de color es el blanco roto.
Y como el blanco se puede romper con muchos colores el Jefe de Obra decide que se hagan cuatro muestras de blanco roto con ocre, con verde, con negro y con rojo. De esta forma se tendrá un buen abanico y se podrá encarar la decisión.
Pero como suele ocurrir no gusta ninguno de los cuatro.
El Jefe de Obra intenta explicar una y otra vez a los usuarios que lo que están viendo son muestras. Que al estar una al lado de la otra compiten entre ellas. Que al competir el ojo tiende a verlas con una intensidad diferente a la percibida en una pared entera de un mismo color.
Pero no hay manera.
Quieren algo más rebajado. Más blanco, dicen.
Se opta por utilizar una carta de colores.
Y se elige un color.
Un blanco roto.
Todos los usuarios parecen satisfechos.
La base es una de las cuatro muestras, pero "rebajada", como deseaban.
Hoy empezamos a pintar.
Con el color elegido.
El blanco roto.
Y a los usuarios no les gusta.
Les parece demasiado blanco...
No hay comentarios:
Publicar un comentario