martes, 20 de noviembre de 2012

39


En mes y medio cumpliré 39 años.
1, 2, 3, 4, 5, 6, 7, 8, 9, 10, 11, 12, 13, 14, 15, 16, 17, 18, 19, 20, 21, 22, 23, 24, 25, 26, 27, 28, 29, 30, 31, 32, 33, 34, 35, 36, 37, 38, 39
Y no quiero entrar en topicazos, pero os juro que desde mi interior veo el mundo de la misma manera que hace mucho tiempo. No diré que me siento con la curiosidad de un niño, pero casi. Creo que vamos creciendo y, en la medida en que maduramos más tarde o más temprano, que tomamos conciencia de quiénes somos, que decidimos dejar de luchar contra nosotros mismos y empezamos a gustarnos, llega un momento en el que nuestra mirada se relaja y se fija.
La forma en que miramos el mundo queda fijada, aunque siga matizándose.
Hay un patrón.
Yo creo que esa mirada se fijó en mí entre los 22 y los 25 años.
Y ahí me quedé.
Mi cuerpo siguió modificándose, mi cara siguió acogiendo algunos rasgos nuevos.
Poco a poco. Poquísimo a poquísimo.
Imperceptiblemente.
Y un día sientes que lo que cambia es la mirada del otro. Tú no opinas de forma tan diferente sobre los temas. Personales, profesionales, sentimentales, sociales...pero el otro, el que tienes enfrente de tí, te escucha de otro modo, te hace caso. Y eso te sorprende, porque no sabes en qué momento ha podido ser, qué arruga de tu sien, qué expresión de tus ojos imperceptiblemente modificada con el tiempo ha hecho que seas más convincente en tus argumentos.
Yo esto lo sentí a los 35. Lo recuerdo perfectamente.
Y me hizo reflexionar sobre los 40, sobre los 45, sobre los 50, sobre los 55, sobre los 60, sobre los 65, sobre mis padres, sobre la madre de María, sobre María, sobre Rebeca.

Y sobre los choques generacionales...

Y me atrevo a asegurar que los miedos, las inquietudes, las curiosidades, los deseos, las frustaciones, los convencimientos, los aprendizajes, los modelos, las idolatrizaciones, no son tan diferentes a los 30 y a los 80, que la mirada del mundo desde dentro de alguien de 80 es muy parecida a la de ese alguien con 30.
En Argentina y Francia viví situaciones, precisamente a los 22, 23, 24, 25...que no sabía cómo describir entonces, de placer absoluto, de conversaciones maravillosas, en grupos formados por gente de diferentes generaciones y estados civiles que hablaban un mismo idioma, sin paternalismos, en completa armonía y complicidad. Risas canallas, tema libre, sexo, seducción, política, viajes...
Y no sé si era mi propia experiencia pero en mi país no conseguía tener ese tipo de conversaciones transgeneracionales. Supongo que da para mucha teoría, pero yo hoy creo que quizás las edades en las que fijamos nuestra mirada del mundo son diferentes en cada lugar.
Simplemente.

1 comentario:

Eduardo dijo...

Estimat Carles només la teva simple mirada que mira a la teva mirada i pensa sobre ella, parla de com vius la vida ... buscant les teves pròpies preguntes, buscant les teves respostes i no comprant-les ja fetes a qualsevol mercat que tot ens ho ven. Et desitjo que no et comprim mai, vals massa!! Felicitats i a veure si ens deixem caure pel teu cumple!! (Edu)

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