viernes, 4 de enero de 2013

aparejando (42). la nueva filmoteca

El edificio de la nueva Filmoteca de la Generalitat de Catalunya parece un barco varado.
Entre otras cosas.
También parece que alguien en un helicóptero monumental la hubiera dejado caer en pleno centro del Raval.
A mí me gusta. Me convence su contundencia, su pesadez con esos muros vistos de hormigón, y a la vez su ligereza permitiendo a la plaza pública entrar dentro del edificio con la continuidad del pavimento dentro y fuera.
Pero lo más curioso sea quizás sentarse un rato en el exterior y observar.
Ver cómo el barrio ha hecho suyo rápidamente el edificio. O el barco, curiosamente varado frente a Marsella. Un barco que genera curiosidad, acercamiento, pero también respeto, y al final, cierta ignorancia para que la vida del barrio siga siendo como fue antes.
Las calles Robador y Espalter, el entorno del mítico bar Marsella hasta Nou de la Rambla han sido siempre zonas de gran densidad de presencia de prostitutas.
Lo siguen siendo.
Como si de un pacto no escrito se tratara, los modernos, amantes del cine de autor, las gafas de pasta, la élite pseudointelectual barcelonesa, vuelve a rondar ese antiguo Barrio Chino que tanto le sedujo históricamente. Y las prostitutas y los proxenetas los reciben como a esos familiares a quienes hace tiempo que no ves pero que pareciera que fue ayer.
Familiaridad.
Cada cual respeta unas líneas invisibles. Fronteras movedizas como diría Enric González, aunque mucho más inofensivas éstas. No hay mezcla visible.
Aunque sí saludos: -hola-hola-vamos?-y una sonrisa tímida-no, gracias
De momento.
Una chica se pasea libremente, contoneándose alrededor de las cuatro fachadas, se detiene de repente y acerca su cuerpo a uno de los muros  de hormigón visto de Josep Lluís Mateo, y apoya la espalda ligeramente, y uno de los zapatos de tacón.
Y el proxeneta que observa como de repente se han instalado varias terrazas, se sienta en una silla, tranquilamente, sin sentir que deba consumir a no ser que tenga sed, ganas, o ambas.
Y yo alucino observando todo el panorama, la coreografía interpretada por los antiguos y los nuevos vecinos, que cruzan cuerpos, miradas y tiempos.
De momento.
¿se nota que me fascina El Raval?

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