lunes, 20 de junio de 2011

fines de semana densos e intensos

A veces la banda sonora del fin de semana aparece en el último momento, justo antes de que suene la bocina, y entonces aparecen delante de uno todas y cada una de las imágenes de los últimos tres días. Y casi como por arte de magia, cuando el público está abandonando el estadio y aparece un ángel con forma de Pedro con una pulsera alada a compartir. Una pulsera de cinco muñecas. Y de cinco corazones. Un repóker, vaya...
Y con Lykke Li de fondo cantando "Get some" empiezan a desfilar Andreu y Emili, dos amigos eternos con quienes después de la primera carcajada sabes que nada puede salir mal. Nunca. Y las imágenes son de cañas en La Latina, apurando el día. Cañas y gintonics y caimanes que asoman y que no dejarán de hacerlo en todo el fin de semana. Las imágenes pronto se empiezan a solapar. Y rápidamente aparece María. Siempre María. Y Chueca, y terrazas, y paseos junto al nuevo y fantásticamente ejecutado edificio del Mercado de San Antón. Y unas duchas para eliminar el polvo acumulado durante la semana. Y una cita en Quevedo, y un reencuentro con Maurici y su sonrisa tranquilizadora, con Gilles y Gaby y su cariñosa y generosa presencia, los eternos caimanes y la siempre activa Gema. Más terrazas y picoteo, miradas cómplices y mangas cortas. Brisa y calorcito, bendición de noche. Grupos de conversación, y de paseo hacia el Mandril, donde la calma se convierte en luz baja, volumen alto, sombras y tragos, abrazos. Luis y su socarronería, Nadia y su glamour. Pachi sobrevolando todos y cada uno de los grupos. Apareciendo y desapareciendo. Conocidos de uno, dos, tres días. Nuevas caras. Subidas y bajadas. Terraza y sótano. Taxi.
Y Honky Tonk. Baile. Más oscuridad. Pérdidas y recuperaciones. Miradas cristalinas y fotos. Contoneo. Felicidad.
Y despertar tardío, compras, paseos al sol del sábado, almuerzo desacompasado como suele serlo todo después de una noche fantástica, siesta, FARGO, siesta y paseo lavapiesano para sentir el aire caliente en la cara, el barrio danzando y cantando, y una terraza, quizás la mejor de Madrid, sobre una universidad donde Andreu, María y Carlos terminan de tramar algo.
Luego llegarán Carlos y Esther, otra vez Gilles y Gaby, y Andreu y Emili, y Rebeca y conseguiremos varias cosas: caber en la terraza, seguir riendo, emocionarnos y acabar 2kgs de entrecotte.
2kgs necesarios para volver a encontrarse al día siguiente, que es 19J y no hay que joder...desayunar, conocer a Céline y Miguel, encontrarnos con Caro y Glenn y el maravilloso Teo de 14 meses. Siempre tan buena onda los tres, siempre tan agradable gozar de su compañía, siempre desear que no se vayan.
Y a pasear por esas calles tomadas al ritmo de batucada, de pancartas, de reclamaciones y de civismo.
Más imágenes como polaroids subiendo Huertas hasta llegar a Santa Ana, donde poco importa la ineptitud de los camareros que te recuerdan por qué odias las terrazas turísticas si la mesa la componen tus amigos, entre los cuales se encuentra una Paloma que nos habla de la belleza de la ruta 101 que va de L.A to San Francisco. La cuenta sin propina, una parra, mi amor que se queda para ayudar a su hija (mi otro amor) y con Pedro nos acercamos a Matadero a ver si hay suerte, porque cuatro sin entrada y uno con una pulsera puede salir bien o puede salir mal. Pero "con un madrileño al lado siempre hay que tener confianza".
Porque incluso en los últimos compases puedes terminar conociendo al Puto Amo.

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