jueves, 31 de mayo de 2012

el viaje

Hace unos años recibí la llamada de un arquitecto con quien colaboré en una obra. Tengo el vicio de intentar llevarme bien con todo el mundo, así que como jefe de obra he huído siempre de los típicos enfrentamientos entre constructora y Dirección Facultativa. Y de los tópicos entre arquitectos y aparejadores. De modo que cuando hay feeling suelen pasar estas cosas. Que me llaman.
Y me llamó para ver si podía ayudarle porque estaba haciendo el proyecto de restauración de una parte de la Iglesia de Santa María, de Castellò d'Empúries, Girona. Fui para allí a valorar unos trabajos que debían hacerse, y en la plaza de la iglesia encontré un bar de ésos que no sabes si es por el silencio, por el color del cielo, por la hora temprana o el vacío de las calles, te atrae. Entrada estrecha, mucha madera, olor a bodega y un hombre detrás de la barra alto como una secuoya. Alto y serio. Y nadie más.

- Usted dirá

- un café con leche por favor. Ah, y un croissant

Ya había llegado la prensa, así que empecé a leer La Vanguardia. Digo empecé porque no continué demasiado. En la portada seguían alargando la polémica del 3%. Otra jornada en el Parlament de Catalunya con clima agrio, amenazas, contra amenazas, y el Estatut y su reforma sobrevolándolo todo...como la sombra del Metz por el Camp Nou. Creo que hice un chasquido de fastidio con la boca y es todo lo que necesitó el hombre alto y serio para intervenir:

- ¿Usted sabe lo que yo haría? yo cogería a todos estos que están en el Parlament, a todos ellos, pero a todos eh, y los metía en un barco. Luego me iría con el barco hasta Mururoa. Y allí los dejaba. Luego convocaba de nuevo elecciones, y cuando se formalizara el nuevo Parlament, iría allí. El primer día. Y antes de empezar la sesión cogería el micrófono y les diría: "miren, señores, hagan las cosas bien, háganlas bien, porque a nosotros no nos cuesta nada volver a hacer el viaje".

Y se me quedó mirando.
Y yo a él.
Los dos con una media sonrisa.
Terminé mi café con leche, mi croissant, pagué, salí al vacío de la plaza y me dirigí escuchando mis propios pasos hacia la entrada de la iglesia.

plac-plac-plac-plac-plac-plac...

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